viernes, 31 de enero de 2025

126.- JULIÁN

Parece que se trata del nombre propio típico de los nacidos en Cuenca.  Aunque en realidad no conozco tantos como las probabilidades predicen. Algún pastor metido a empresario de mi pueblo serrano. Un chaval que creció tras la barra de un bar y ofrece una oreja tostailla a los atléticos que se acercan a su local. Un personaje típico de la Cuenca ochentera metido a pinchadiscos en los pubs de moda y en alguna que otra celebración de boda. Un vecino y cliente habitual del bar Zaida. Quizás se haya cruzado alguno más en nuestras vidas, pero insisto, no hay tantos como pareciera.

Así se llama un céntrico parque que, entre sus privadas sombras nocturnas, ha presenciado los inicios sexuales entre jóvenes conquenses o ha sido testigo de los continuos trapicheos de los que con la droga negociaban.  Por contra, también ha servido de lugar de esparcimiento para niños y ancianos que  jugueteban alrededor de sus columpios o charlaban sentados frente al templete musical.  

El paso por la capital de un joven que acabó ejerciendo de obispo tras la llamada de Alfonso VIII inició esta secuela de julianistas. Terminó canonizado y apodado “El Tranquilo”.  Una cualidad que las personan no suelen poseer, y menos en estos tiempos del “todo para ahora mismo”. Envidio el sosiego y paciencia de los que la atesoran. Muy útil para conducir un coche, para jugar al mus o para cocinar. Para participar en una reunión de trabajo, esperar la atención del camarero o moldear una escultura. Tampoco conviene presumir de ella si en exceso se tiene, aunque sería conveniente repartirla a capazos entre nuestros gobernantes.


Así que, tranquilos majetes. Disfrutad de la vida alejándoos del vértigo al que nos quieren arrastrar. Tranquilos majetes, que el mundo va a su ritmo, mucho más lento que la escala que rige la existencia humana. Tranquilo majete, que esta canción ya la escribió los Celtas Cortos hace la friolera de treinta años y parece que no hayamos cambiado mucho desde entonces. Porque en España continuamos con el problema del paro, el campo se va a la mierda y el poder huele a corrupción. Parece que el Amazonas tiene sus días contados y continúa aumentando la polución. Estudiar vale para poco si buscas colocación. Y, ¡gran novedad!, para alquilar una casa tienes que empeñar un riñón. Tranquilo, no te pongas nervioso, tranquilo. Tranquilo majete en tu sillón.

sábado, 5 de octubre de 2024

125.- LA SOCIENECEDAD

¿En qué sociedad vivimos si hay más locales en la calle dedicados a la estética de las uñas que carnicerías?  Así es, al menos donde yo vivo, y así lo he constatado en un largo paseo por las calles de la ciudad. Es más fácil que te pinten margaritas blancas sobre uñas de color azul que comprar unas tiras de panceta. ¡Incluso las de los pies!

Los gurús de la comunicación no paran de alertarnos ante el incipiente apocalipsis que vivirán los jóvenes actuales, sin posibilidades, sin medios económicos, sin hogar y sin trabajo. No es de extrañar, se gastan más en piercings, cortes de pelo, tatuajes, uñas y gimnasio, que en comer. Y si se alimentan es a base de brotes verdes, pienso parecido al que engullen los pájaros y de cosas que crecen en los árboles. ¿Dónde quedaron los bocadillos de mortadela con pepinillos? Surgen más centros de estética, clases de yoga, barberías, clínicas de implantes o prótesis diversas, que ultramarinos. El futuro está envuelto en papel celofán.


Hace unos días estuve inmerso en un caos digital provocado por la caída de telefonía móvil en las fiestas de mi pueblo. A los que veíamos Mazinger Z no nos preocupó mucho, pero los que han cazado Pokemons casi sufren ataques de pánico. No podían pagar la bebida en el bar, no podían atender los videos de tiktok e incluso ¡no podían quedar con sus amigos ni sabían dónde paraban! No conocieron el banco del Carrero.

Mientras en televisión sigan promocionando determinados concursos, en pocos años tendremos más cantantes que fontaneros, más modelos que albañiles, más influencers que mecánicos y más tontos que botellines. Parece que ya nos lo advirtió el Rey Salomón: “stultorum infinitus est numeris”. Si, amigos, el número de necios es infinito.


miércoles, 14 de agosto de 2024

124.- MIS JUEGOS DE OLIMPIA

Hay que esperar cada cuatro años para vivir la intensidad del deporte en todas sus facetas y durante esas tres semanas nos emocionaremos y también maldeciremos tras el error que nos deja sin galardón.

El primer recuerdo que tengo es el de un tío con bigote y siete medallas colgando sobre el pecho. Creo que ahí empecé a sentir el gusanillo de la competición, y de valorar la satisfacción como recompensa del esfuerzo.  

Moscú 1980 fueron mis primeras olimpiadas seguidas por televisión. Gracias a unas retransmisiones a cuenta gotas aplaudí la primera presea entregada a un compatriota, la de Jordi Llopart.

Las noches del verano del 84 las sufrí compaginando los eventos en la costa americana con los estudios pendientes para septiembre. ¡Maldita Potaja! La juventud de entonces y la habitual falta de triunfos nacionales nos hicieron vivir con intensidad cómo nuestro equipo de baloncesto perdía de paliza contra otro que tenía a un universitario llamado Michael Jordan. Veintiocho años después tuvimos la oportunidad de la revancha en Londres, donde a menos de dos minutos perdíamos tan sólo de seis puntos contra los todopoderosos colosos de la NBA.  Abascal desafiaba a Aouita  en 1.500, aunque la gran rivalidad de la época era la de Carl Lewis vs. Ben Johnson (por cierto, habrían sido últimos en la final del otro día en Paris).  

¿Os acordáis de algo destacable de Seúl? ¿Y de Antonio Corgos? Allí aprendimos que un tío dopao puede ganar carreras (¿quién sabe cuántos más lo han hecho?), y que el mito de la velocidad canadiense era una engañifa. Así que brincaremos hasta el gran acontecimiento deportivo celebrado en nuestro país. Elijo el vuelo de la flecha hacia el pebetero y a Fermín Cacho abriendo los brazos en cruz cuando cruzaba la meta como los momentos más emocionantes que presenció Cobi en directo. ¡Cuánto me hubiera gustado estar participando como voluntario y disfrutar de la ceremonia de clausura bailando el “naino naino na”  de Los Manolos junto a Magic Jhonson!

De nuevo a los “iu es ei” en el 1996. Recuerdo un doblete de ciclismo con el oro en manos del gran Induráin, que había dejado su “Espada” en casa para ganar la crono. Urdangarín formaría parte de la familia real tras su medalla de Sídney. Después dimos paso al siglo XXI, que nos traería una buena colección de metales en remo y piragüismo.

Llegaron los juegos de Pekín para enseñarnos que la milenaria ciudad china ya no se llamaba así, sino Beijin. En aquellas tierras orientales corroboraron su palmarés dos ídolos nacionales como Nadal y Lydia Valentín, pero también deslumbraron otros dos campeones del deporte mundial, los hombres más rápidos sobre agua y tierra:  Phelps y Usain Bolt.

Con Mireia descubrimos que no sólo los nadadores españoles afincados en suelo americano sabían nadar y que algunas raquetas distintas a las del tenis nos darían muchas alegrías y alguna que otra desdicha. Pocas veces me he emocionado tanto como cuando Carolina Marín lloraba de rodillas sobre la pista tras una desgraciada lesión.  

Pero el tiempo no sólo cuenta para los deportistas, también ha retirado a comentaristas cuyas voces se mantendrán en nuestra memoria. Las más recientes, las de María Escario y Paloma del Río y las de otras más legendarias como las de Gregorio Parra en atletismo, Héctor Quiroga y Trecet en baloncesto o Luis Miguel López en balonmano.


Acaban de terminar los JJOO de París 2024. Han sido la antesala de la despedida de Nadal, de Rudy y de Carolina. Desgraciadamente también han servido de escaparate para los “haters” (esas  personas amargadas y sin amigos) que disfrutan de la derrota del compatriota porque no comparten sus ideales. Y quién sabe si se abre una nueva vía de competición para los que sienten una preferencia sexual más propia de los programas televisivos de primeras citas. Ni Kratochvílova habría imaginado nada igual. 

Nunca sabremos si, con más dedicación, Nacho y Barambio hubieran disputado alguna carrera a Sebastian Coe. O si Jose Mi habría conseguido un doble mortal y medio carpado desde el trampolín de tres metros en una reñida final contra los chinos. Imaginad al Skipy de abanderado encabezando la delegación española acompañado de Lidio y el Buendi. Disfrutad de Vergaz preparando el balón perfecto para que Palomares remate a la esquina en el último set, de un pabellón volcado con el Koala tras pararle un contrataque a Balic.  ¿Y si Valentín le taponara un triple de Kurtinaitis a falta de dos segundos? Soñad.

sábado, 29 de junio de 2024

123.- MITOS ECOLÓGICOS

 “Las ciudades eran zoológicos humanos; esos lugares donde sólo vivían quienes no tenían acceso a un lugar más salubre: los pueblos”. Así comienza una columna de opinión de una amiga mía que se inventó el acertado concepto de “urleto”.

He llegado a un punto de hartazgo informativo acerca del apocalipsis medioambiental que nos acecha que me empuja cada vez más hacia el odio acérrimo a los urletos. Frecuentemente tengo que defender mi postura “negacionista” frente a los mensajes catastrofistas y, creo, que intencionadamente equivocados al que nos someten diariamente. ¿Os acordáis del agujero de ozono? Alguien lo ha debido zurcir.

En mi época universitaria, hace ya tres decenios, nuestro profesor de ecología nos hablaba del daño de desparramar jabones y detergentes en el agua, de los efectos nocivos de los pesticidas, de la inminente desertificación del sureste español, de los espeluznantes resultados de la lluvia ácida  y de la esquilmación de los pozos petrolíferos. Cierto o no, cada vez producimos más residuos, cultivamos más y extraemos más petróleo. Nosotros seguimos aquí, buscando energías alternativas que nos venden como “limpias”, consumiendo alimentos que saben más a plástico que a huerta, viajando en vacaciones a los lugares con menos agua disponible y derrochando combustible a destajo en vuelos baratos. ¿Por qué actuamos así? Será porque no nos han avisado lo suficiente, porque no nos interesa mucho el mensaje, o porque en realidad intentamos vivir lo mejor posible sin importarnos demasiado los daños ocasionados sobre nuestra madre Tierra. Las ciudades nos han vuelto débiles como especie, ya lo decía una de las primeras Dutton en su trayecto colonizador, la misma que también afirmaba que “no importa cuánto la amemos, la Tierra nunca nos amará a nosotros”.

Pensareis que efectivamente soy un negacionista radical que ha perdido la razón. No tanto. Por supuesto que creo que contribuimos a contaminar las aguas, los suelos y la atmósfera y que sobreexplotamos los recursos. Lo que no admito es que venga a recordármelo quien ha visto una oveja por televisión y no distingue un pino de un cerezo, pero tiene una cátedra ambientalista basada en estudios condicionados por un resultado deseado.

¿Recordáis qué paisaje presentaba el Cerro Socorro en nuestra infancia? Hay fotos que os lo revelarán. Pues si, por entonces se escuchaba la famosa frase de la ardilla con mochila que cruzaba la península sin bajarse de los árboles. Dudo que hayáis recibido información de que en estos momentos tenemos más superficie forestal que hace décadas. No hay ningún medio de comunicación que se alegre por ello. Sin embargo sí que nos recuerdan todos los veranos la proliferación de incendios forestales que asolan los montes de nuestro país y los de otros, porque a falta de noticias en el nuestro tenemos que emitir imágenes de otras zonas que se llevan quemado desde hace miles de años. Yo me dedico, entre otras facetas, a proporcionar medios y técnicas eficientes para evitarlos y apagarlos. Oigo o leo opiniones y teorías que van desde la desafortunada política de reforestación con coníferas en época de dictadura o de la especulación urbanística, a la nefasta normativa aplicada por el partido contrario al que uno vota. He llegado a ver la portada de un periódico regional en el que un alto cargo político afirmaba que “la lechuga era más ecológica que los pinos” Puede que necesitamos más besos de Rubiales que distraigan la atención del poblacho.

Imagino que a estas alturas del relato ya sabéis como llama mi amiga Marta a esas personas urbanas que se desplazan a las zonas rurales llevando un atuendo que consideran adecuado, no entienden el lenguaje rural ni el mensaje que les envía el monte.

El accidente de Chernóbil supuso el fin de la energía nuclear, pero no para todos los países. A nadie le gustaría morir devorado por un minúsculo átomo radiactivo pero cogemos el coche todos los días. Por eso estamos empotrando molinos en las colinas y montañas. También  repartimos placas solares donde antes había plantaciones agrícolas o simples matas que daban cobijo a esos animalicos que tanto defienden algunas plataformas vociferantes. Hace unos días sobrevolé una zona de mi tierra de adopción y quedé atónito al comprobar las hectáreas y hectáreas plagadas de huertos solares. No necesitan herbicidas ni pesticidas pero os aseguro que no veo crecer nada a su alrededor.




Por más que se repita la duda sobre qué mundo van a heredar nuestros hijos, yo le he dado la vuelta a la pregunta: ¿alguien cambiaría la época en la que ha tocado vivir por otra anterior?   Afortunadamente el planeta en el que vivimos es infinitamente más resistente de lo que creemos y, por supuesto, que nosotros mismos. Por eso de vez en cuando nos avisa con sus tres armas principales: agua, viento y fuego. Vuelvo a citar a mi Dutton rubia favorita (y no es Beth): “me dije a mi misma que cuando estuviese ante Dios lo primero que le preguntaría sería: ¿por qué crear un mundo tan maravilloso y llenarlo de monstruos? ¿Para qué sirve un tornado? Y entonces caí: Él no lo creó para nosotros.

domingo, 8 de octubre de 2023

122.- EL SUCESOR DE NARANJITO

Año 2030. Rueda el balón. Todavía no sabemos sobre el césped de qué campo ni con qué mascota animando en la grada. Quizás una “Olivita” (por eso de la igualdad de género), con o sin anchoa (por aquello de la diversidad).

Ya no se interpretará como un espectáculo en el que veintidós tíos en calzoncillos le dan patadas a un balón. Por entonces será considerado un deporte superchulo en el que las chicas de la “roja”, muy féminas, consiguieron el campeonato del mundo y habrá que respetarlas, porque ellas golpean el balón con una delicadeza tal que no puede considerase patada y además no juegan en bragas.

Ironía o certeza. Depende de quien lo interprete o el sexo que lo lea. Lo cierto es que cuando Naranjito intentaba ser un escaparte mundial en un país en reconstrucción, en plena transición, con la movida madrileña en ebullición, con una manojo de libertades en la calle, el fútbol era sólo de hombres y para hombres, tedioso y odioso para el sexo opuesto, al que calificaban con el de los “22 en calzoncillos”. Yo recuerdo aquel mundial como el de una selección de Brasil que me dejaba boquiabierto cuando Sócrates tocaba el balón, Zico lo acariciaba o Eder lo golpeaba. Esa misma que fue eliminada por la campeona, la que en su partido contra Argentina le hizo más de veinte faltas a Maradona  y ¡sólo recibieron dos tarjetas amarillas!


Por entonces nadie se preocupaba de lo que nos apretaban los pantalones, de si nuestra tierna piel aguantaría los roces con la arena o la piedra de los campos donde jugábamos, de si el agua salía a la temperatura adecuada para quitarnos el barro, de si en los vestuarios había asientos y espacio para todos. ¿Necesitábamos una escena subida de tono captada por el fotógrafo del diario local para conseguir subsanar esas deficiencias? 

Ahora se reparte el porcentaje de sexo en las gradas. El trío arbitral está compuesto por un equipo mixto de personas. Hay comentaristas femeninas detrás de los micrófonos o a pie de campo entrevistando jugadores (qué tiempos con Mª Carmen Izquierdo como pionera). Pero todavía tenemos que estar escuchando lo machista que es este deporte. Hace poco se ha celebrado un mundial en un país que no respeta a las mujeres, pero dispone del dinero suficiente para comprar toda el agua del mundo. ¿Poderoso don dinero que acalla las bocas con pintalabios?

Esperemos que dentro de siete años, cuando salten al campo Pedri, Veiga, Sancet y demás seleccionados, tengan mejor destino que cuando Arconada, Camacho o Satrústegui sólo ganaron un partido de los cinco que jugaron. Eso sí, con los calzones bien ajustados, la camiseta por dentro y las  medias con las franjas rojigualdas.

domingo, 16 de julio de 2023

121.- MARCIANITOS

Quien llevaba en el bolsillo una moneda de cinco duros tenía asegurado el disfrute de unos minutos de ocio emocionantes, que, con suerte y algo de habilidad, podían convertirse en horas. Conforme caía la moneda por la ranura comenzaba a iluminarse la pantalla y a escucharse los sonidos inconfundibles de la Pinboll. “Bronco” era mi preferida. Colocada en una esquina del primigenio bar La Amistad me sedujo antes que cualquier jovencita. Cierto es que nunca se me dio demasiado bien. Para mejorar mi destreza tenía de maestros a dos hermanos rubios hábiles con los mandos y el uso del golpeo lateral. Tan sutiles que no provocaban falta y, por consiguiente, el bloqueo de la partida. 




El desaparecido bar Alaska y el Tonibel también ofertaban máquinas atractivas que provocaban la parada obligada en el itinerario desde el instituto. Tras mudarse a la zona del Zaida, el renovado Amistad se instaló junto a los recreativos que incorporaron las primeras máquinas de marcianitos, "El Carrusel". ¡Qué difícil era superar el record! Pero ahí llegaba Nacho y lo conseguía. La máquina de Alien atraía a la chavalería alrededor de tan prodigiosos jugadores. 

El Comecocos supuso una nueva revolución. La simpleza de la dinámica del juego se complicaba en la pericia para su resolución motivada por el incremento de la velocidad en las persecuciones. Ahí el Pepi era un maestro, el azote de los fantasmitos de colores del Fedi. 




Luego vinieron juegos similares instalados en nuestros propios móviles. Gratuitos y sin tener que desplazarte al local donde encontrar a los amigos. Primero “La serpiente” y luego el Tetris nos tenían ocupados mirando la pantalla. 

En fin, que la juventud ha pasado de estar apoyada calentado esquinas de las mesas de billar del Sastre observando carambolas imposibles a buscar experiencias de riesgo al aire libre, lanzándose en tirolina para cruzar la hoz del Huecar o subir la adrenalina en futuros espacios denominados como un toro del color del césped. Eso sí, reduciendo el tiempo de disfrute y multiplicando la inversión en miles de pesetas.

domingo, 23 de abril de 2023

120.- ABRÁZAME

Quiero hablaros de emociones. Pero no de todas. Puede que en otro momento recordemos situaciones que nos causaron miedo, asco o sorpresa y quizás, en otras, la ira a o la frustración se apoderaran de nosotros.

Sin embargo términos tan opuestos como alegría y tristeza logran manifestarse del mismo modo y éste no es otro que con la lágrima. Día tras día buscamos la primera y en ocasiones nos sacude la segunda. Ayer mismo noté como me palpitaba el pecho a la vez que se contraía la laringe empujándola hacia arriba, originando el conocido nudo en la garganta, e inmediatamente se me humedecieron los ojos. Una madre recogiendo en brazos a su hijo con el que cruzar la meta tras finalizar un recorrido rompepiernas fue el motivo. Su hazaña no se registrará en los libros de records, pues realizó los cincuenta kilómetros en un tiempo de doce horas, pero la ilusión con la que llegaba, agotada pero pletórica, derrochaba inmensa alegría en un cuerpo nada atlético y fuera de cualquier estándar de belleza actual. Frente a mi descubrí que no era el único que sentía esa impresión. El resto de público también permanecía de pie emocionado. Minutos antes ya había rebasado la línea un grupo de gente que, relevándose, habían conseguido llegar empujando varios carritos que portaban personas a las que la naturaleza no les trató como a los demás. Se abrazaron entre ellos y gritaban y aplaudían de júbilo. La corredora anterior solo tenía a su hijo a quien apretar contra su pecho. Hubiera saltado la valla para ofrecerle un achuchón.

Se trata de una manifestación humana de gran calibre, sobre todo en estos tiempos en los que cualquier gesto absurdo y “viral” se convierte en referente para un amplio grupo de seguidores incapaces de encontrar el sentido de la vida, el compañerismo, la amistad y la familia. ¿No es así, “bro”? 

Personalmente me causa gran placer observar un paso de semana santa al compás de una marcha procesional por el casco viejo de mi ciudad, abrazarme a un amigo para celebrar un gol o un triunfo de mi equipo favorito, o escuchar cómo el viento se desplaza entre las hojas de los majuelos en un paseo junto al río. Supongo que a mis amigos les pasará cuando alcancen la cima de un pico montañoso, o cuando el público les aplauda desde su butaca al finalizar la actuación, o cuando comprueben que sus hijos han conseguido los desafíos anhelados, o tal vez cuando su mascota se les acerque en señal de ternura. 




Afortunadamente el número de ocasiones con las que he vibrado de ese modo han sido superiores a las que el llanto ha surgido por todo lo contrario. El sofoco provocado por una mala noticia es incluso muy superior al registrado en el momento de la alegría. Todos sabemos de lo que hablo. Lo hemos sufrido, y en ocasiones, juntos. Y aunque ese dolor y tristeza nos abata, hemos podido sobrellevarlo gracias a un abrazo, un beso o una mirada. 

Tenemos que abrazarnos más. Conseguiremos liberar tensiones y mejorar el estado de los que nos rodean.

lunes, 20 de febrero de 2023

119.- ME GUSTA EL CINE. LOS CINES, NO

Me gusta. Lo disfruto mucho cuando es bueno, y lo soporto cuando lo es menos. Pocas películas, auténticos pestiños, hicieron salirme de una sala de cine. No se me olvida “La esfinge”.

Ya en el capítulo 66 de éste blog hablaba algo de ello (https://asturislandia.blogspot.com/2015/04/66-mis-cines.html?m=0) pero hoy tocaremos otra visión de este tema.

El salón de mi casa ha venido a sustituir a la “industria del sacacuartos”, a esos locales que destinan más metros cuadrados a la barra del bar que a las butacas. Un espacio donde se reúnen los clientes para acaparar cartones con palomitas, bolsas de patatas e inmensos recipientes que albergan refresco y para los que se necesita una pajita kilométrica si quieres beber hasta el fondo. 

La gala de los Goya es el escaparate del cine español. De parte de él. Cierto es que, tras pasar por las comedias de Ozores y las incontables historias basadas en un bando de la desdichada Guerra Civil, hemos conseguido crear buenas películas. Y allí, en mi casa, las disfruto sin dejarles ni un solo leuro en sus arcas. Por mucho que insistan en ir al cine no iré hasta que prohíban entrar con comida a la sala, o las limiten a la emisión de una película de la saga Marvel.

¿Qué en nuestros tiempos también se consumía regaliz o caramelos Sugus? Puede ser, incluso bollería comprada en la pastelería cercana, pero no generaba el molesto ruido de las bolsas de snacks o las uñas rascando el fondo de las palomitas. Pero ante todo, una cuestión básica y diferencial: no teníamos un móvil en la mano, deslumbrando a los de la fila de atrás y generando un sonido cada vez que algún estúpido escribe y recibe un mensaje.




De vez en cuando visito la Filmoteca Regional. Menos de lo que quisiera. Además de ofrecer una cartelera atractiva en cualquier época del año, dispone de una sala grande como las de antes. La oportunidad de ver películas que visioné en la tele con actores ya fallecidos es más que motivo suficiente. Días previos a Semana Santa asistí para ver “Jesucristo Superstar”. Con un público de amplio rango de edad, callado y expectante, hasta que uno de mi fila se levantó a bailar mientras cantaba Herodes. Seguro que nuestro amigo LuisCar hubiera hecho lo mismo. Está compuesta y filmada para él. Os dejo la escena por aquí (https://youtu.be/NEmScsUkbo4).

He consultado sus próximas proyecciones. Imagino que alguna os sonará: “Pánico en el Transiberiano”, “El Crack”, “El Sueño Eterno” y … “Holocausto Canibal”. Al menos uno de los Alegría volvería a pagar por verla.


En fin, que echo de menos ir al cine. Pero no a estos. Lo único que han mejorado, y mucho, son las butacas. Hemos pasado de cambiar de posición para aligerar posaderas, a repachingarnos y estirar las piernas sin tener que empinarnos para esquivar la almendra del de alante. 


domingo, 8 de enero de 2023

118. GESTOS DE CARTÓN PIEDRA


¿Qué día internacional toca hoy? Este mes se celebran, entre otros, el del "agradecimiento", el de "la lucha contra la depresión" y el de "las cerezas cubiertas de chocolate". ¿Sorprendidos? Pues todavía nos quedan el de "besar a un pelirrojo" o el de "la ardilla". 

Cualquier motivo es bueno para diseñar un lazo de color, preparar un gesto, o corear un eslogan. Siempre existirá alguien, repanchingado en el sillón de la república de su propia casa que piense, y luego escriba: “Pulgares si, meñiques no”.  Días después, en otro rincón del planeta, otro ciudadano (o ciudadana), hará lo mismo: “Menos curvas y más rectas”.

Se han banalizado tanto los problemas que cualquier nimiedad debe parecer importante. Atónito estoy ante la avalancha de estúpidos que vierten adhesivo en sus manos para pegarse a una obra de arte. El motivo, un grado centígrado más en el planeta.

La plaga reivindicachorra llega hasta la participación de los actores en sus galas de premiados, la celebración de un gol, la inauguración de la feria del libro o la  coronación de un ochomil.  Nadie escapa al virus. Todo se resuelve con una batucada o un desnudo integral. Con un corte de pelo o una figura creada con las manos. Es necesario editar un catálogo de símbolos para que la gente pueda interpretar correctamente la demanda a la que se refieren para así poder postularnos en el camino adecuado.

Es evidente que no por repetir tanto una frase se consigue solucionar el objeto de la misma. Recordemos las campañas  “OTAN no”, “Drogas NO”, “Nucleares no” o “NO a la guerra” y después atendamos los diez primeros minutos del telediario. También comprobaremos que se ha sustituido el uranio por las granjas porcinas, las drogas por lo no vegetal y las armas por el gasoil.  


El analfabetismo vale mil veces más que la censura. Todo el arte de los escritores radicales se estrella contra el hombre del campo, hombre sano de cuerpo y de inteligencia, que no sabe leer ni lo necesita para trabajar las tierras de su señor y para darles el voto a los candidatos del orden.” Hace más de cien años que Julio Camba hizo esta reflexión y que yo, rana viajera en el siglo XXI, he comprobado en mis retiros al pueblo y reafirmo cada día.

¡Paremos ya esta fábrica de “gestos” insulsos!  No nos mires, únete. ¡Sí se puede!

 

viernes, 12 de agosto de 2022

117.- KIT ACAMPADAS

Desde hace años se ha incrementado la pasión por conocer la naturaleza y tras el maldito confinamiento provocado por la pandemia, más todavía.

Mucho urbanita ha descubierto que existen ríos limpios, paisajes como los fondos de pantalla de su PC, animales silvestres que no necesitan protección, sonidos melódicos no extridentes además de olores frescos y aromáticos. Nosotros convivíamos con todo ello, sin valorarlo como lo merecía. 

Bajo cualquier inclemencia meteorológica nos trasladábamos como podíamos hasta el monte. A dedo, en coches "prestados" o en la furgoneta que nos dejaba en las Majadas. De ahí caminábamos por asfaltos parcheados sin pintar, o por caminos de zahorra decorados por restos que el ganado depositaban a su paso. Sobre nuestras espaldas cargábamos mochilas repletas de enseres y productos nada seleccionados. Nuestros cuerpos cubiertos de ropa y atuendos de lo más variopinto.

He intentado resumir, en un primera entrega, unos cuadros comparativos estos elementos que nos acompañaban en aquellas jornadas bajo las estrellas. 


Seguiremos en otro capítulo con accesorios menores, comidas o bebidas. Admito sugerencias.