viernes, 27 de enero de 2017

83.- FUENTES

Y no Vicente, Bascuñana de segundo. Fuentes de agua limpia y fresca, de muros y pilastras húmedas, asiento de cobijo de amigos y celebraciones.

Muchas nos han observado y, en ocasiones, soportado. Se ofrecieron para aclarar gargantas, enjuagar vasos, refrescar frentes y limpiar platos.

Algunas como la del Porland, la de la Ronda de Julián Romero, San Nicolás o la de las Carmelitas sirvieron de lugar de encuentro y festividades. Añorados cumpleaños bañados en zurra y risas. Algunos, al resguardo del sol de verano y otros expuestos al gélido ambiente del inverno. Todavía circulan leyendas sobre las memorables disputas, con otras pandillas de la época, para apoderarse de los poyos de piedra que las rodeaban. Batallas verbales y temporales porque, indudablemente, el que primero llegaba no garantizaba el éxito de la conquista, sino el grupo que conseguía reunir, al menos, media docena de traseros que aposentar. Y en esto, éramos unos maestros. Los más rápidos y tempraneros. Puede que incluso tuviéramos asignado ya el sitio por nuestra constancia.

Otras fuentes urbanas no gozaron de nuestra permanencia. Su ubicación tan sólo servía para refrescarnos la boca, aliviar calores. La del Jardín del Salvador, Plaza de los Apóstoles, escaleras de los Tintes o de la Calle San Pedro conocen bien las fechas en las que la ciudad enloquece, la plebe se alborota y agradece refrescar el gaznate. Recogida a casa tras las Turbas o paseos p’arriba y p’abajo en Vaquilla.

En nuestros recorridos por la sierra conquense, la de la Tía Perra o Vaquerizas recordarán los berridos nocturnos emitidos por humanos. Sonoros bramidos de mayor o menor calidad. Inolvidables los de nuestro querido Juanan, "La Liebre".

Este otro blog describe y muestra en imágenes una completa colección de fuentes naturales: http://elbrilloenlamirada.blogspot.com.es/2015/03/fuentes-de-la-serrania-de-cuenca-1-parte.html 




Ahora, un reducido grupo de amantes de la naturaleza se encarga de recuperar aquellas otras fuentes olvidadas y deterioradas. Un miembro de ellos es de los del 66, y uno de sus últimos trabajos está a punto de terminar. Bien cerca me queda de casa para llenar la cantimplora en verano.