viernes, 23 de octubre de 2015

75.- LOCALES SOCIOCOMERCIALES

En un principio el local estaba repleto de máquinas de bolas, futbolines, e incluso pantallas con novedosos videojuegos entre los que destacaba el del tenis. Sobre la puerta de entrada un cartel “Recreativos Fedi”. Con el tiempo se reconvirtió en una tienda de ropa infantil atendida por un jovial muchacho que acababa de finalizar la mili. A la hora de cierre del comercio se congregaban en sus alrededores sus amigos y amigas con intenciones manifiestamente ociosas.

Como siempre escribo desde mis recuerdos, el que no se me olvida trata de un diseño de escaparate con motivo de las fiestas de San Mateo. Debido a mi afición por el dibujo, se me encarga la creación de una vaca que sirva como protagonista. Imitando un dibujo de Ibáñez en unos de sus cómics protagonizado por la popular pareja de detectives españoles, le presento un boceto de cómo quedaría con algunos retoques. Una vez recibido el visto bueno, se inicia el proceso de dibujo sobre una tabla de madera. La siguiente fase nos traslada al taller del abuelo del Ceri en la calle de la Moneda donde continúa la labor de corte y pintura del fantástico animal. Envueltos en un ambiente humorístico y desternillante conseguimos como resultado final una vaca paticorta de metro y medio de larga.



De su cierre y traslado a tierras manchegas sólo nos queda su nombre, Crecer, y los tableros que sustentaban las prendas en rebajas. Ahora nos sirven como mesa de eventos tan importantes como el jamón de verano y la comida de vaca. Quizá como homenaje a aquella figura de la que guardé su cabeza tras su destrucción. No recuerdo donde la perdí. Unos doscientos metros dirección al río Júcar nos encontramos con otro “templo” del comercio conquense. Sin llegar a tener el poder de reunión que su antecesor si consiguió abrigar momentos históricos, especialmente en la trastienda. Chuletones, cerveza y vino consumidos por valientes mozos que después subirían a desafiar los pitones de la vaca en la Plaza Mayor. ¡Qué jornadas gastronómicas! Deseo que desde arriba el de la bata azul todavía siga celebrando momentos así.

Los tiempos más recientes han devuelto la capacidad de convocatoria a una céntrica y atrevida librería gestionada por un matrimonio descendiente del Campichuelo. No existen los viernes sin unas cañas tras su cierre. Aun en los ambientes más fríos navideños son capaces de concentrar a suficientes amigos con los que disfrutar de los primeros instantes del fin de semana.


miércoles, 7 de octubre de 2015

74.- JUEGOS ALTERNATIVOS

De los iniciales San Fermines en el barrio de la Estación, su evolución a la “Cacería de Cebras”, hasta los que ahora serían una “performance".
Muchos de ellos propuestos, desarrollados y motivados por Aldo. Innovador, cachondo y provocador. Una mezcla de Leo Basi y Pablo Carbonell.

Incluso llegamos a montar una granja, cuyo dueño era el ET. ¿Alguien se acuerda de su propia identidad? ¿Podríais reconocer la “hoz”, el “granero”, el “monte”, el “cocotero”, el “tractor”, la “gallina”, el “rastrillo”, el “fertilizante”,…. Y entre todos una sola chica, “La Bella Easo”, aunque el granjero no era muy partidario de ese nombre, porque no admitía publicidad.



Gallinitas ciegas con todas sus letras. Con o sin luz. Con o sin gafas. Con o sin conocimiento. Risas a su alrededor y buenos momentos bajo el techo de refugios de montaña.

La Flor de Tamarindo. Intrépidos reporteros acompañados por el helicóptero en busca de la preciada flor que nunca encontramos. Su búsqueda por los alrededores de la Torre de Mangana o por la carretera de Palomera no resolvieron el enigma de su existencia y sus fantásticas propiedades.

Conquista de pañuelos en áreas recreativas con resultados lesivos. Algún que otro árbol más posicionado recibió los peores insultos y serias amenazas de recibir algún disparo.

Valientes retos al penúltimo. Ingenioso juego que permitía a algunos atrevidos beberse de un solo trago una botella de cerveza, de mezcla o incluso de vino. La plaza de San Nicolás todavía está estremecida de los andares que llevaba el Ceri subiendo hacia la calle San Pedro.

Y por supuesto, batallas épicas, míticas. En los escalones y las cuestas de los Moralejos, todavía recuerdan aquellas hordas de guerreros azules atacando a los de colorado peleando por una hipotética supremacía mundial. Azules contra Rojos marcados por un simple rotulador. Objetivos comunes y todavía indefinidos. Tan sólo la sinrazón y las ganas de disfrutar en tiempos de alocada juventud.



Otra cuestión ¿Todavía existirán afectados por las inmovilizaciones abrazadas al tronco de un árbol? ¿Y de los que caían cual fardos lanzados por los muros de los Miradores?