jueves, 19 de mayo de 2022

115 - TE

Algunas tardes de verano nos acercábamos desde el pueblo hasta las fuentes más próximas a merendar. Mi padre conocía bien el terreno, y antes de comernos la tortilla y los bocadillos de jamón buscábamos té en las zonas húmedas o entre las rocas. Té de río, de menta y de risca. Ya no queda tanto como había por entonces. Y no será porque la gente se lo lleva, porque la mayoría ni lo conoce.





Pero no os voy a hablar de ese “té”, sino de la “te” como letra del alfabeto. “T” de test, de tuit o de titular. En un mensaje de móvil recibí esta información: “el castellano tiene casi trescientas mil palabras. El Quijote contiene más de veintidós mil. Un profesional español utiliza unas tres mil. Los jóvenes del siglo XXI se comunican con apenas trescientas y, eso sí, con otros treinta emoticonos”. Hace bien poco lo pude comprobar cuando mi hija se mofó de mí porque escribía con palabras completas y colocaba el punto y final al terminar mis frases en guasap. 

Test. Quién sabe si estos formularios, tan celebrados en exámenes pioneros de nuestra época, mermaron nuestra capacidad de expresión. Las contestaciones escuetas o aleatorias nos podían catapultar a otro nivel de escolarización. De este modo comenzábamos a modificar nuestras técnicas de estudio y esquematizar los contenidos a asimilar. El Sumerio era muy aficionado a esos guiones-esquemas. 

Titular. El arte de concentrar una noticia se plasma en una sola frase o palabra para que llame nuestra atención, y no es sencillo de conseguir. Lo que antes usaban los periodistas ahora lo fomenta cualquier persona pública, pero ya en esta fase asumimos que los comentarios de texto han decaído tanto como el hábitat del té de río. Una receta de fabada asturiana me cayó en la selectividad como comentario de texto para analizar y desarrollar. Ahora se podría contestar: “Lo siento, no puedo. Soy vegetariano”. Y aquí avanzamos un escalón más hacia los mensajes polémicos en redes sociales. 

Tweet = tuit. Parece paradójico que un texto se rija mediante cifras. La limitación de caracteres, osea, el conteo de letras, es el criterio para poder expresar una idea, argumento o defensa. Este campo de batalla lo tenemos perdido frente a los jóvenes. Ellos están más preparados para contestar, insultar y desprestigiar al oponente. Incluso los políticos buscan ese ansiado titular mediante frases tweet. Cantamañanas que buscan notoriedad poniendo en práctica su falta de educación son los, además, los más conocidos. No imagino a Fraga tuiteando. Es más, tendría imposible finalizar su exposición en tan solo un centenar de letras. Vamos, ni a Coronardi tampoco.




Platero es feo y débil como yo”. Así empezaba mi compañero de pupitre el comentario de texto que nos mandó como tarea nuestra profesora de literatura, tía de un conocido llamado Pitiu. Podría resultar un tuit perfecto, pero era el comienzo del desarrollo que “Triaquis” había decidido utilizar para dar su opinión sobre la vida y muerte del pollino del afamado escritor. 
Sí. Yo sé que, a la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y los azahares, llego, lento y pensativo, por el naranjal solitario, al pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu prado de rosas eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu descompuesto corazón.” Trescientos dos caracteres. Las restrictivas normas de la aplicación del pajarito azul no nos dejarían disfrutar de este fragmento tan bello con la que finaliza el libro. 

Pdta: os dejo un enlace para ampliar información acerca de nuestro té: https://www.purasierra.com