domingo, 6 de marzo de 2016

79- 1966

Mientras que Fraga se baña en Palomares con el embajador de Estados Unidos y en California enterraban a Walt Disney, en Cuenca inauguraban el Museo de Arte Abstracto y en su hospital (o en otros puntos de la península) iban naciendo conquenses semidesconocidos que con el tiempo se volverían legendarios.

Las familias que no se entretenían viendo el estreno de Bonanza, por no tener todavía televisión, se dedicaban a otras tareas, entre otras, al sacrificado mundo de la crianza en un mundo sin guarderías ni maxi cosis. A aquellas criaturas nacidas entre 1966 y 1967, les llamaron Generación X, y cuentan “que estaban más formados, pero encontraron más trabas a la hora de acceder a la vida adulta porque el coste de la vida era mayor y la vida laboral más competitiva”.
Pura cantinela que me suena a lo que luego ocurrió a principios del siglo XXI y oigo a diario en boletines informativos. Ahora los llaman “fuga de cerebros”. Tienen la oportunidad, tras viajar varias veces becados por proyectos europeos (en esos bacanales oficialmente denominados Erasmus) de seguir viajando a Londres, Berlin o París en busca de posibilidades laborales. ¡Pobres desgraciados! Nosotros nos tuvimos que alejar hacia Valencia, Castellón, Madrid, Zaragoza, Murcia o Toledo. Un poco antes conseguimos marchar a dedo hasta La Frontera o Poyatos.

También cumplirán este año los cincuenta peloteros como Futre o Stoichkov, bellezones como Cindy Crawford o Albert Pla, guerreros como Mike Tyson o Poli Díaz. Incluso el actual primer ministro británico vio la luz el mismo año que nosotros.

Gustavo Torner colocaba en Tejadillos el monumento que tantas veces visitamos cargados con mochilas y que conmemoraba el I Congreso Mundial Forestal (y último celebrado en Cuenca). Ahora en nuestra querida ciudad se dedican a conmemorar aniversarios (el L, el XX, centenario de…) cuando lo importante es que consigan iniciar nuevas actividades y no recrearse en lo que fue, en lo que ya no existe o hemos dejado que se muera.



Sufrimos, hace ya treinta años, como nos dejaba un amigo, el Liri, por el que brindamos cada navidad. Por desgracia algunos más quedaron por el camino, y los iremos recordando en capítulos concretos. Pero ahí seguimos los de la fiesta del jamón. Los de las cañas de los viernes. Los del grupo de whatsapp. Disfrutemos de otros cincuenta y consigamos organizar nuestro propio aniversario, aunque no tengamos ningún “patronato” que nos financie.