jueves, 24 de abril de 2014

50.- LOS RESOLIS PERDIDOS

Cuando uno está en Cuenca en Semana Santa debe tomarse algún que otro resoli (o resolí, no se me enfaden los puristas). Pero cada vez nos lo ponen más difícil. Ni el producto es el mismo ni los históricos bares existen.
¿Qué quedó de aquella ruta del licor nazareno? Aquella que permitía progresar paralelamente a la procesión y disfrutarla en puntos emblemáticos. Pues poco.
Puestas en andas y salidas del Salvador siempre fueron más llevaderas con una copita servida por Botes. Cabecera del recorrido, es el único de los bares que todavía permanecen abiertos. Pero no es ni la sombra. Ni el local, ni la copa, ni el licor. Uno tomé y no volví. A buen seguro que lo haré el año que viene, porque dicen que el tuerto en el país de los ciegos ve más que los otros.
(echad un vistazo a este artículo http://www.abc.es/20110601/local-toledo/abci-taberna-botes-201106011124.html)

Continuamos la subida hacia las Brasas, con sus viandas expuestas invitando a pasar al interior. Misereres pegados a sus paredes permanecerán mientras no pongan un "kebab". Siempre recordaré aquella sartén de costillas abandonada por su dueños y de la que se alimentaron mis ojos por tratarse de un Viernes Santo. Otros pecadores dieron buena cuenta de ella.

La espera en la Plaza siempre fue más llevadera con otra copita en el Dulcinea. Local sucio y áspero dueño pero de envidiable emplazamiento. Un cubilete fue testigo de la ingesta de más de 50 copas sobre la misma mesa. No recuerdo quienes pagaron.



Pero si alguno servía de referencia y punto de reunión, ese fue el Perú. El "Pirú" para los asiduos. Vigía de las curvas de la Audiencia mientras descendían los olivos del Miércoles de Silencio y refugio de capuces blancos ávidos de aliviar la garganta. Pequeño local que albergaba a turbos de todos los colores en las frías madrugadas del Viernes de Pasión.

Ahora no son más que puertas cerradas, algunas manchadas, que endulzaron muchas de nuestras semanasantas.

viernes, 4 de abril de 2014

49.- VIERNES SANTO (Cap.1 La previa)

Existen muy pocos acontecimientos en los que se mezclen tantas sensaciones como las que experimenta un turbo conquense desde que se viste la túnica hasta que se cierran las puertas de El Salvador.
Ya van para 30 los años que me he colgado el tambor esa madrugada. Desde muy jovencito, rodeado de mis amigos, hasta las últimas procesiones en las que aguanté el recorrido yo solo.

He leido que Rafael Araque Patiño hablaba de nuestras turbas como "un compendio único de psicología, ética y estética. Lección magistral sobre la grandeza y la miseria del hombre. Inquietante espejo donde se proyecta desnuda, en carne viva, ebria y sin coraza, nuestra propia imagen..." Sinceramente, tras ver durante todo este tiempo a miles de personas rodeándome en plena algarabía, creo que es así. Tal cual. Los imbéciles se multiplican y los devotos sufren. Los turbos disfrutan.

¡Qué años en lo que agrupados junto al mítico banco del Carrero consumíamos resoli sin conocer sus traicioneros efectos! Tiempos en los que la divina juventud nos mantenía despiertos y con fuerzas suficientes para terminar al mediodía tomando cañas en el Zaida. Incluso los más atrevidos y "robustos" todavía visitaban a las Angustias por la tarde, sin dormir más que una hora. Mientras, repetíamos la procesión de la mañana, recordando y contando las andanzas, a los y a las que no salían delante del Jesús.

Luego vinieron tiempos de concentración masculina. Pese a los casamientos y crianzas no podíamos perdonar la reunión, precedida de cena, que nos juntaba para esperar la madrugada. Asomados a la hoz y aislados, con la simple compañía de Canito y su bandeja, poníamos a prueba nuestros pulmones entre las paredes del comedor. Risas, muchas risas y cientos de anécdotas. Emocionados abrazos y cual muñecos de hojalata iniciábamos la bajada por la calle San Pedro acompasando el baile de nuestro Judas particular, interpretado por la pareja de túnicas blancas.

Ahora somos pocos. El desmembramiento del grupo de turbos ha sufrido el paso del tiempo y la caída en falsas tentaciones. Seré un nostálgico, pero desde que empieza la cuaresma espero este día con pasión. Algún chasco que otro me llevé en el pasado, aunque el poso de fanático conquense me anima a no desfallecer. Se que siempre habrá alguien dispuesto a ponerse la túnica, buscar su tambor, desafinar su clarín y mirar juntos al cielo para comprobar que no llueve. Después esperaremos la salida del Jesús y nos vaciaremos cada vez que se mueva.


Ahí estoy entre toda la turba frente al Jesús.
Espero estar este año otra vez y seguir contando pronto la continuación de este capítulo.

Pdta: en la sección de "Música del recuerdo" hay dos enlaces, uno de ellos obligatorio para ir ambientando el cuerpo.