domingo, 8 de octubre de 2023

122.- EL SUCESOR DE NARANJITO

Año 2030. Rueda el balón. Todavía no sabemos sobre el césped de qué campo ni con qué mascota animando en la grada. Quizás una “Olivita” (por eso de la igualdad de género), con o sin anchoa (por aquello de la diversidad).

Ya no se interpretará como un espectáculo en el que veintidós tíos en calzoncillos le dan patadas a un balón. Por entonces será considerado un deporte superchulo en el que las chicas de la “roja”, muy féminas, consiguieron el campeonato del mundo y habrá que respetarlas, porque ellas golpean el balón con una delicadeza tal que no puede considerase patada y además no juegan en bragas.

Ironía o certeza. Depende de quien lo interprete o el sexo que lo lea. Lo cierto es que cuando Naranjito intentaba ser un escaparte mundial en un país en reconstrucción, en plena transición, con la movida madrileña en ebullición, con una manojo de libertades en la calle, el fútbol era sólo de hombres y para hombres, tedioso y odioso para el sexo opuesto, al que calificaban con el de los “22 en calzoncillos”. Yo recuerdo aquel mundial como el de una selección de Brasil que me dejaba boquiabierto cuando Sócrates tocaba el balón, Zico lo acariciaba o Eder lo golpeaba. Esa misma que fue eliminada por la campeona, la que en su partido contra Argentina le hizo más de veinte faltas a Maradona  y ¡sólo recibieron dos tarjetas amarillas!


Por entonces nadie se preocupaba de lo que nos apretaban los pantalones, de si nuestra tierna piel aguantaría los roces con la arena o la piedra de los campos donde jugábamos, de si el agua salía a la temperatura adecuada para quitarnos el barro, de si en los vestuarios había asientos y espacio para todos. ¿Necesitábamos una escena subida de tono captada por el fotógrafo del diario local para conseguir subsanar esas deficiencias? 

Ahora se reparte el porcentaje de sexo en las gradas. El trío arbitral está compuesto por un equipo mixto de personas. Hay comentaristas femeninas detrás de los micrófonos o a pie de campo entrevistando jugadores (qué tiempos con Mª Carmen Izquierdo como pionera). Pero todavía tenemos que estar escuchando lo machista que es este deporte. Hace poco se ha celebrado un mundial en un país que no respeta a las mujeres, pero dispone del dinero suficiente para comprar toda el agua del mundo. ¿Poderoso don dinero que acalla las bocas con pintalabios?

Esperemos que dentro de siete años, cuando salten al campo Pedri, Viega, Sancet y demás seleccionados, tengan mejor destino que cuando Arconada, Camacho o Satrústegui sólo ganaron un partido de los cinco que jugaron. Eso sí, con los calzones bien ajustados, la camiseta por dentro y las  medias con las franjas rojigualdas.