martes, 30 de julio de 2013

26.- SANTIAGO DE LUTO

Cuando hace unos días escribía con alegría los recuerdos de mis visitas a Santiago no imaginaba que la tragedia acechaba a muchas otras personas que con ilusión viajaban para visitar al Apóstol. Desde aquí les brindo el abrazo que nunca llegaron a realizar.



No sabía si mostrar mi desprecio hacia TODOS los "medios de comunicación" (¡menuda expresión tan pintoresca para denominarse de otro modo distinto a lo que todos conocemos como carroña!), que suelen aprovechar las catástrofes para sacar provecho de un modo u otro. Pero tampoco me podía quedar callado.
¡Váyanse a la mierda, a hacerle fotos a las moscas y entrevistar a los escarabajos peloteros!

miércoles, 17 de julio de 2013

25.- SANTIAGO

Vivo rodeado de ellos, y todos muy queridos.
Incluso de pequeño había gente que me llamaba así por ser hijo de mi padre, y ahora hacen lo mismo por ser padre de mi hijo.

Quien haya sacrificado unos días de vacaciones para saborear lo que es el Camino de Santiago podrán disfrutar más de lo que os estoy contando.

Caminar durante días por los senderos que llevan hasta la Catedral de Santiago es una experiencia que queda para siempre. Cualquiera que sea el motivo por el que se realice. No existen pegas ni excusas. Cada metro y cada instante depara una sensación distinta, ya sea religiosa, personal, mística, sentimental o placentera. Incluso gastronómicamente es incomparable (por cierto ¡vaya mariscada nos metimos en La Coruña!)

Durante más de 100 km tuve la oportunidad de compartir estos momentos con algunos de mis mejores amigos, y cada vez que veo fotos o recuerdos de esos días, brotan nuevas ganas de volver a terminar otro tramo.



Recién recuperado de mi múltiple fractura del píe tuve la suerte de visitar los tejados de la Catedral y de asistir a una misa desde el mismo centro del altar mayor, sentado a escasos metros del botafumeiro, sintiendo en mi rostro la corriente de aire que movía cuando ascendía.



Todavía estamos a tiempo de ir periódicamente a desgastar las piedras de Castilla, Asturias o Galicia. No debemos dejarlo pasar. La concha del peregrino colocada en la Puerta de Valencia os lo debe recordar cuando paseís por ahí.


viernes, 5 de julio de 2013

24.- DE CUANDO NOS DEJABAN ACAMPAR, ... , O NO

Pues efectivamente, hubo un tiempo en el que, para estas fechas en el que cada uno ya había formalizado la matrícula del curso siguiente, nos organizábamos para irnos de acampada.
Tras un proceso sencillo, pero rigurosamente regido por Papá Oso (dueño de la tienda ¡con doble techo!) se iniciaban los preparativos de la aventura campestre.
1.- Unas cañas para acordar la lista de la compra. Comida ligera, de peso y de digestión. Eso si, que no faltara la fabada, los callos, los cientos de latas de conservas y botellas varias de marcas ahora irreconocibles.
2.- Quedada para comprar en los Pichones, y después unas cañas.
3.- Reparto de pesos entre los participantes de la expedición. A la "liviana carga" gastronómica, había que sumar las piezas de la tienda del K. Resistente, bien confeccionada y tan pesada como el paso de S.Pedro. 
4.- Si no existía conflicto en cuanto al destino, se fijaba fecha y hora de salida, e incluso alternativas del transporte hasta el punto de origen de la marcha.


Puestos en marcha, el transcurso de los días y las noches habitualmente albergaba un remolque de sorpresas: pieles sensibles afectadas por picaduras de insectos, fueggtes tormentas de la Segggganía Conquense, despistes orientativos con desenlaces felices, baños refrescantes en bellos parajes serranos, juegos de cartas buscando voluntario para fregar, destacamentos en busca de la leña perdida, cánticos y estribillos pegadizos que perdurarían durante el  resto del verano.....y por supuesto, fuego de campamento.

El tiempo demostró que las espaldas resistían mejor la carga sin los 25 Kg de tienda de campaña, que las literas con colchoneta eran más confortables que los irregulares firmes donde recostábamos, y que la hoguera daba más juego, y más humo, que el camping gas (que también pesaba lo suyo).
¡Señor, pero cuanto peso aguantábamos caminando por esas carreteras y veredas! Algunos de los que ahora se van por Pirineos y Gredos me gustaría verlos con aquellas equipaciones. Y por supuesto sin móviles, ni gepe-eses.


Tiempo quedaba para que llegara el invierno y cambiar las soleadas jornadas estivales por otras rodeados de nieve y frío. Pero eso vendrá en otro momento.