martes, 15 de diciembre de 2015

77.- EN CIEN AÑOS, CALVOS

Pues bien, estamos a la mitad de este periodo y quedan pocos pelos por caer. ¿Quién imaginaba que aquellas cabelleras que protegíamos bajo la capucha de las coreanas se deteriorarían poco a poco? Nadie. Todos lo sabíamos, pero ninguno lo percibía. Ahora las gorras son una prenda más que trasladar.

Tipo pincho. Aquí encontramos un ejemplar único. Prototipo de cualquier catálogo capilar. Los motes que de allí derivaron marcaron una época: “Espinete” y “Brochas” entre los más destacados.
Alguno de sus más aventajados seguidores tampoco necesita peine ahora.

Melena al viento. Difícil determinar a quien correspondería el privilegio de liderar esta categoría, pues, aunque alguno todavía mantiene el sobrenombre de “El Pelos”, otros también disfrutaban de una vasta cabellera.
Tampoco andan ahora sobrados estos amantes de AC/DC y otros sonidos roqueros.

La pelambrera. Confusa categoría capitaneada por el portador de aquella mata que necesitaba de una cinta en el pelo para sujetársela. Complicada misión cuando tenía que manejar, bien con el pie o bien con la mano, el balón.
Sus rivales más allegados eran del sexo opuesto o de origen mandarín.
¡Cómo recuerdo, aquella foto en blanco y negro situados juntos en la puerta de la Chelo!

El flequillo. Parapeto que se precipitaba sobre las juveniles frentes. Moreno el del Liri y rubio el del Rubio. Ambos lisos, brillantes y seductores.

Engominado. Rara categoría para una pandilla como la nuestra, pero algún representante podrá dar fe de su uso clandestino.

Corte formal. El más común. Estandar. Modesto.
Viendo la trayectoria de los anteriores grupos, creo que ha sido el mejor respetado por el paso del tiempo. La mayoría de los que conservan algo de cubierta sobre su cabeza pertenecían a este pelaje.



Y luego estoy yo.
Llevan pronosticándome la llegada al mundo de la calvicie desde los 20 años, al igual que le ocurrió a mi padre.
Quien sabe si por ser integrante del último grupo, por experimentar las sensación de escuchar las cuchillas de afeitar sobre mi coronilla cuando era estudiante, o por recurrir a agresivos y periódicos cortes, que mis pocos pelos se mantienen ahí.
Hace un año dejé crecer mi barba durante 6 meses. Me compararon con la mitad de los personajes bíblicos: Barrabás, Noé, Moisés, Jesucristo, San Pedro. Con algunos más actuales como el Chacho, (prototipo español del hipster ¿se escribe así?).
Pero ninguno alcanzó la concreción de Pitiú (otro gran valedor del tema que tratamos), “Profeta Ananías”.
Nunca conocí su existencia.