domingo, 31 de enero de 2016

78.- LA MELODIA DE NUESTA VIDA

La música nos acompaña en nuestra vida. Nos guste más o menos siempre aparece en actos recordados, celebraciones o desgracias. Asociados llevan alguna melodía. Pregúntele a los supervivientes del Titanic, a los soldados en las guerras o los deportistas triunfales.

El gusanillo rockero suele brotar en la juventud. En  el tránsito de la escuela al instituto. Los catorce años y la revolución hormonal. De esa época tengo dos canciones marcadas. La primera por la actuación musical de fin de curso y en la que algunos de los que están leyendo este blog participaron bailando y cantando sobre el escenario de la Aneja. The Buggles puso de moda el “video mató a al estrella de la radio” en aquel 8º de EGB. Y justo en el viaje motivo de la anterior recaudación, escuché el “Sultans of Swing” de mano de un maestro llamado Carlos. Me acompañó el resto de mi vida.

Cuando nuestros padres abandonaban temporalmente el hogar aprovechábamos para reunirnos y saquear el botellero. Música y acción. Y ahí se lleva la palma el último piso de un bloque en Princesa Zaida que botaba al compás de “Roxane” o “Tusk”. Más alejado, junto a la vía, hacía lo propio otro con “Killer on the loose” o “Urgent”.

Éxtasis y clímax visionando el antológico play back del Pepi en "Child in Time" cobijados entre las paredes del chamizo del Potasio. Asombro ante la velocidad de los dedos del Zombi tocando “Caballos de Fuego” (que por cierto me gustaría rescatar o conseguir de alguna manera). Coros acompañando el Delilah cantado a pleno pulmón por el futuro diputado, o alentando el insólito"Vaporusan" del polifacético LuisCar..

Memorables repertorios de canciones grabadas en cintas de cassette reutilizadas. Viejos reproductores que nos las emitían en acampadas o en habitaciones de colegios mayores. A su alrededor, risas, cánticos, bailes y buenos momentos.
Con tiempo conseguimos escuchar en directo a muchos de aquellos cantantes que sólo veíamos en las portadas de los discos y en los catálogos de Discoplay.



El tiempo ha mermado la motivación auditiva de muchos de vosotros. Lo se, viejos carcas, que sólo buscáis el placer por otros medios.
Además, de nuevo el siglo XXI ha vuelto arrinconar a una actividad cultural asociado a la música del rock. Bien por el pirateo digital, por la evolución y aparición del mp3, pero el fin de una era musical se está consumando.
Otrora nos acercábamos a la calle República Argentina  a comprar el LP en vinilo, o a escuchar una sesión en directo al Vaya Vaya. Este mismo mes han cerrado en nuestra capital, dos de los últimos locales asociados a este mundo melódico: la Sala Babilón y la tienda Caledonia. ¿Dónde escuchar ahora música en directo? ¿Dónde ir a comprarla?

También me he enterado que Discoplay cerró hace años. Un gran elefante caído bajo el yugo del poderío opresor, que diría algún seguidor del coletas.