martes, 16 de septiembre de 2014

57.- EL MUS

Tres letras que resumen en un juego de cartas las facetas de la vida.
La suerte, el compañerismo, la rivalidad, el engaño, el sentido del humor, la trampa, el cálculo, el compadreo, la risa, la amistad, el enfado, la rima, ...
En un territorio monárquico los reyes mandan. Y en ese mismo país que tiende hacia la igualdad, los pitos pierden.
Una escuela de iniciación se instaló sobre el cesped del Carrero en los años 80. En los ratos libres y menos libres del instituto, las cartas te enseñaban que no siempre se gana llevando las mejores (incluso llevando de mano al juego 32, con un tres reyes y un dos). Que la chica es para rácanos, pero muchas veces gana órdagos y que los duples cutres también dan sorpresas. Que una mala jugada te hace fregar con agua helada en una acampada.
En un ciclo más avanzado los torneos de La Frontera y de los Colegios Mayores te enseñaban a descubrir la táctica del contrincante. Sus gestos, sus coletillas e incluso sus otras señas. El Zaida contribuyó a doctorarnos con el fin de no pagar los cubatas.


Y de ahí al semiprofesionalismo, que solo han alcanzado algunos elegidos. En torneos de San Julián y otras ferias demostraron su valía aunque con poca fortuna.
La variante del mus a seis, en incluso a ocho, ha servido como solución a problemas de escasez de barajas, de espacio o de jugadores.
Hace falta más tiempo para que esta práctica no se nos olvide, aunque el arte de contar del Skipy, de guiñar de Nacho o la intuición del Chino, no se arrinconan en cualquier parte.