lunes, 4 de mayo de 2020

102.- EL TRANSISTOR

Cincuenta y pico días de confinamiento. Nunca pensé que tendría un salvoconducto personal para viajar. Me he sentido como un espía de la Alemania oriental tras el telón de acero.

También he descubierto las opciones culinarias que ofrece el horno de mi cocina, los beneficios sociales de los operadores telefónicos, la congoja que se acumula al ver pasar una primavera sin Semana Santa, la tristeza que invade los rostros de los compradores mientras guardan cola para pasar por caja, y lo largo que se hace un fin de semana sin fútbol.

Pero también me he reencontrado con la magia de la radio, una compañera ejemplar a cualquier hora del día. Alsina la homenajeó hace unos días y me hizo recordar mis tardes juveniles, mis noches universitarias y mi soledad laboral en soltería. El proceso de desbroce entre el escalafón de mitos radiofónicos ha dado como resultado mi particular catálogo. Comencemos.

 “Bajo la sensación del cloroformo, me hacen temblar con alarido interno, ….” Quizás los lectores de Valle-Inclán reconozcan el soneto. Yo lo memoricé escuchando “Rosa de Sanatorio”, en Radio 3, por permanente consejo de mi amigo Pablo. Tamboriles y dulzaina iniciaban este peculiar programa que ofrecía buena música intecalada con obscenos relatos y reflexiones delirantes.
Disfruté mucho del programa nocturno que me ayudó a amar el cine pese a seguir sin comprender lo incompresible. Han pasado 35 años y continúo sin entender la simbología del famoso monolito. Y mira que Pumares ponía todo su empeño. ¡Qué genio gastaba! Emisiones muy tardías, porque delante hablaba Supergarcía, aunque yo fui de los que me había mudado a de la Morena.

La colección de los mejores humoristas del panorama de los ochenta se juntaba en el Debate sobre eel Estado de la Nación de Protagonistas. Del Olmo intentaba poner orden en aquél dislate de opiniones, en el que para mí, la figura principal era el maestro del levante español y compañero de viaje del bajito conquense: el gran Tip. Al igual que todavía mantengo en mi memoria párrafos completos de otros genios del humor como Gila o Les Luthiers, no puedo olvidar la anécdota que contó acaecida en una taberna de su ciudad natal. La respuesta que el beodo cliente le dio a Don Federico todavía la utilizo como coletilla cuando la causa está casi perdida mientras mis compañeros de batalla me miran con perplejidad.



Casi inexistentes escuchas de la emisora local me trasladan a la tardes de música del momento. Las dedicatorias ñoñas de oyentes enamorados precedían las canciones elegidas hacia su ser querido, acompañadas de la sosegada y grave voz del inconfundible J.M.M. Musso.
Mejor música se emitía en la Cadena del Vater. Ahí conocí al incasable Pirata y en su dial escuché por primera vez Días de Escuela, la canción que siempre nos evocará a nuestros primeros años entre pupitres.

Imagino que muchos estaréis echando de menos a Radio Bigarda. En mi defensa debo recordaos que ya le dedicamos en su día un especial en el artículo nº 14 de este blog (http://asturislandia.blogspot.com/2013/02/radio-bigarda.html).

1 comentario:

Puti dijo...

Ja, ja. Estaba pensando en Radio Bigarda mientras leía. Echo de menos también a los inclitos Gomaespuma. Incomparables