Los muchachos de “nueva generación” han adquirido esa habilidad de compaginar los emoticonos, las abreviaturas tipo ”salu2”, “qenk “ o “qtpsa” (que pienso yo, ¿tanto ahorran en comerse una sola letra?), con la rapidez en la escritura y la compresión de lo inteligible. Sin embargo, cuando colocan sus manos sobre el teclado en una mesa, muy pocos son los que utilizan los diez dedos para presionar. Con dos tienen suficiente, a lo sumo cuatro. Han crecido conociendo la distribución de las letras. Sitúan sin dudar la “a” a la izquierda de la “s” y la “b” junto a la “v” (qué gran acierto de C. L. Sholes al colocarlas ahí, muchas faltas de ortografía se lo agradecerán justificando un despiste), pero muy pocos han practicado con la famosas secuencias “ded” “kik” o “ñpñ”.
En las visitas a la oficina de mi padre, observaba con atención como él tecleaba a un ritmo muy vivo con ese automatismo de los cuatro dedos. Pero lo que en realidad me asombraba era ver a mi hermano golpeando con los diez dactilares con una rapidez endiablada. Yo quería hacer algo igual, y la respuesta fue muy simple: “practica”, contestó mi padre. Y así, poco a poco, con un libro de método práctico de mecanografía comencé a adquirir la pericia necesaria para poder escribir un simple párrafo en menos de un mes. Gasté mucha cinta correctora, algún que otro folio, e incluso llegué a colaborar con las tareas propias de la oficina haciendo seguros de caza utilizando los sucios calcos que garantizaban una copia para el cliente.
Algunos de vosotros cogisteis el camino más rápido y seguro: “Meca-rapid”. Todavía recuerdo esperar a la salida de clase en el pasaje de la calle Colón las tardes frías de invierno.
¿Quién no se aturullaba cuando la cinta de tinta se arrugaba o se hacía un pliegue? ¿En cuántas ocasiones había que colocar el folio bien para que no se torciera?
Confieso que años después todavía me falla el meñique derecho y en ocasiones me adelanto al pulsar la tecla de la tilde. Pero lo que no llego a conseguir es escribir “Murcia” a la primera. Es una palabra que utilizo decenas de veces a lo largo del día, pero casi siempre debo rectificar. “Mrucia” es el resultado, aunque en honor al Pepi casi prefiero escribir “Mugcia”. Creo que me será más fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario