Dice mi padre que: " el que a los 20 no es valiente, a
los 30 prudente y a los 40 rico, a los 50, borrico.”
Hemos pasado por esa brava edad juvenil en el que no
existían límites. Dichosos años en los que el tiempo no transcurría, para luego
llegar a sentar la cabeza (algunos más que otros) y establecerse entre esta
sociedad del siglo XXI, tener descendencia y procurarnos un futuro más o menos
cómodo.
Y entre tanto, ese concepto de responsabilidad ha
evolucionado desde ser el elegido que tenía el privilegio de echar a pies para
escoger a los jugadores del equipo, a ser nombrado “delegado de clase” con la
desdichada función de anotar las faltas de sus compañeros. He aquí un pequeño
recuerdo aportado por el afamado vecino del Campichuelo, en el que demuestra
que los alumnos nº 6, 12, 13 y 26 (entre otros) eran los más destacados
gorrones de la clase de 3º de BUP de año
1983. Lástima de arrugas y calidad de la imagen para poder apreciar con detalle
las asignaturas más castigadas por el éxodo estudiantil.
Secretario o tesorero, complicado servicio el de
guardar el fondo de tus colegas de andanzas fiesteras. Y con el tiempo incluso
pertenecer a la directiva de algún club deportivo, comunidad de vecinos, sindicato,
asociación ecologista o hermandad semanasantera. Alguno hasta llegó a ser nombrado "novato del año" en sus recién iniciadas andanzas universitarias.
Pero el climax es ser elegido por el pueblo, la
democracia en pleno éxtasis. Y así, ser clave en el futuro de tu barrio y programar
las fiestas del patrón.
¡Suerte a todos en su cargo, aunque tan sólo sea el
de presidente de la república independiente de su casa !(que no es poco)
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