“Tres
pitos sin mirar”.Y desde ese momento comienza un periodo de varios minutos en los
que los amigos no lo son tanto, las verdades son escasas y los errores en el
juego pueden generar en el infractor un castigo implacable. Una pena
disciplinaria, económica e incluso existencial.
El
terreno de combate es sencillo. Unos metros lineales de barra de bar, o en el
mejor de los casos, algún metro cuadrado de mesa. Deberá acumularse mucha
espuma de cerveza sobre su superficie para tener que suspender momentáneamente
la partida. Grandiosos estadios como el Fidel, el Zaida, el Viñas, el Burrillo, el Dulcinea o el Vaya Vaya han acogido partidas memorables.
Muchas piezas
del juego acumulan en su piel las huellas digitales de cientos de obreros,
damas o estudiantes. Horas de sociedades taberneras compartiendo risas, insultos
y tragos de cerveza.
El sistema
de tanteo provoca entre los jugadores la primera de las disputas dialécticas,
que se resuelve obedeciendo la voluntad de la tirada más alta. A partir de aquí,
un palillo, un simple mondadientes, se convierte en un elemento básico para el
desarrollo del juego. La destreza en conseguir no apuntarse ninguno de ellos otorgará
al jugador el orgullo de salir por la puerta del bar habiéndose tomado unas
cañas gratis. Versiones más avanzadas nos daban la oportunidad de apuntarnos dicho palillo con tal de no beber esa ronda.
Sus diferentes
variantes dependerán del número de dados, del número de cubiletes y del sistema
de puntuación. Una vez iniciada la partida la suerte, la veteranía o la presión
ambiental alimentarán los deseos de revancha que pueden llevar al perdedor a
ser humillado verbalmente durante parte del día. Siempre le quedarán “las
cabras” para poder resarcirse de su fracaso.
1 comentario:
Y como vamos a olvidar la versión del clásico cubilete, la llamada cubilete hijoputa, en la que todos los participantes bebían un chupito de cerveza, de cubata o de un "coscorrón", osease, un mini gintonic, golpeado en la barra del bar y tragado en plena efervescencia excepto el que ganaba la mano. Resultado, melopeas históricas. Hala majos, un saludo.
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