El domingo suponía un extra. La friolera de 250 pesetas en el bolsillo para gastar en cañas. Paseo mañanero acompañados de nuestras "titis" y nuestro acné.
Primera parada en el Alhambra, a probar su ensaladilla, o incluso crestas de gallo para los menos melindrosos. Hace más de 20 años que no he vuelto a pasar a este bar. Quizás sea porque conocimos que su aperitivo favorito había sido superado en calidad por el del Fidel, que además gozaba de un ambiente más juvenil y tenías la posibilidad de tomar el botellín al aire libre. Pero no abre los domingos.
Este verano de camino a los toros pasé por delante del esquinazo antaño ocupado por los Hermanos Cañamares. ¡Qué buen proveedor de tercios para tomar en casa de Santi, y luego volver a por el posterior avitulallamiento! Magra con tomate y, a veces, riñones.
El éxito del Bulli presentaba en su carta "cortezas de cerdo garrapiñadas". Desconozco su apariencia y sabor, pero quien no haya probado el codillo del Pelusa no echará de menos haberse gastado un dineral en tan trabajado aperitivo. También he de confesar que la crisis ha debido afectar a la calidad del mismo, pues este verano lo probé de nuevo y mi gozo se tornó desilusión.
Otra comparación me lleva desde los afamados bocadillos de calamares de Madrid a los de sepia del Choco, calentitos y a tan solo 35 ptas. Las jornada de vino blanco y cañas vinieron años después, acompañados de navajas, frituras y el humor tan particular de su propietario.
Continuaremos
No hay comentarios:
Publicar un comentario